Simplemente huevo
A pocos días del Domingo de Ramos, es decir del comienzo de la Semana Santa, el virus sigue empeñado en hacernos la vida imposible.
Hasta tal punto que no contento con su grado de maldad muta para ser incluso más nocivo si cabe.
Hayamos pasado o no por las garras del bicho, casi todos estamos sufriendo una de sus secuelas, la llamada fatiga pandémica.
Su origen está en una mezcla de hartazgo, incertidumbre, miedo a la enfermedad y como consecuencia de ello nuestro estado de ánimo refleja tristeza, apatía, desesperanza. Más que estado de ánimo es estado de desánimo.
Pero no nos podemos dejar caer. Y, aunque nuestras reservas de estoicismo, resiliencia y paciencia estén muy mermadas habrá que estirarlas como si fueran de goma hasta que veamos la luz al final del túnel, que no cabe duda que llegaremos a verla.
Mientras tanto algo hay que hacer para entretener el ánimo y evitar que los pensamientos negativos nos invadan.
Nuestro refranero, que es tan sabio, dice que las penas con pan son menos.
El pan como sinónimo de abundancia material haría más llevadera cualquier adversidad.
Pero hoy me voy a ceñir a la interpretación más literal que se podría hacer de este refrán.
La sensación placentera que nos produce la ingesta de alimentos, causada por la liberación por parte de nuestro cerebro de una hormona llamada dopamina, contribuye a mejorar nuestro estado de ánimo.
Sin que esto quiera decir que estar triste o preocupado nos dé vía libre para comer como si no hubiera un mañana, en su justa medida si puede ayudarnos a aliviar las penas.
Cuando pienso en mis platos preferidos, tanto dulces como salados, siempre hay un denominador común: el huevo.
Si en nuestra despensa hay huevos estamos salvados ante cualquier imprevisto.
Tanto en cocina como en repostería puede dar lugar a infinidad de preparaciones muy diferentes unas de otras. Es increíblemente versátil.
Combinado con unas patatas podemos tener dos de los platos más populares y a la vez más apetecibles: huevos fritos con patatas o tortilla de patatas.
El huevo cocido con patata cocida es la base con otros ingredientes más para elaborar una estupenda ensalada campera y si lo envolvemos con una rica mayonesa, que por cierto es otro de los milagros del huevo al emulsionarlo con aceite, tendremos una riquísima ensaladilla rusa.
Si cocemos el huevo unos 12 minutos tendremos un huevo duro, si lo cocemos solo 6 minutos será huevo pasado por agua.
Siempre dispuesto a mezclarse con el pan rallado para formar esa costra tan rica de las croquetas o de cualquier empanado.
En repostería combinado con leche puede alumbrar unas natillas, una crema catalana, un flan o un pudin.
Metiéndonos en harina y levadura con el horno a todo gas explosiona en ricos bizcochos y toda clase de bollería.
Por todo estos usos y muchos más que se quedan en el tintero creo que le debía un homenaje al huevo.
Aunque bien pensado no sé si el homenaje lo merece la gallina por aquello de ¿qué fue antes la gallina o el huevo?