Recibir en tiempos de Covid
Abrir nuestras casas para compartir comidas, cenas o un simple aperitivo o merienda con la familia o amigos es motivo de alegría. Es una buena ocasión para que, de manera relajada, charlemos de lo divino y de lo humano, para que nos conozcamos más y para afianzar esa relación.
El verano es un momento muy propicio para ese tipo de encuentros. Buen tiempo, vacaciones, disfrutar del fresquito del porche o terraza son buenas razones para que nos reunamos.
Este año, tan raro, tan atípico, hemos ido adaptando nuestro día a día al devenir de los acontecimientos.
Hemos pasado por la etapa más difícil, que fue el confinamiento, pero el hecho de volver a una vida, más o menos, parecida a lo que era antes de la pandemia, en muchas ocasiones, nos genera dudas o, incluso, temores.
Y, es bueno, que así sea porque actuar, alegremente, como si el problema estuviera totalmente resuelto nos puede llevar a desandar lo andado, lo cual sería imperdonable.
De hecho, se están produciendo rebrotes, en algunos casos, como inevitable consecuencia de la vuelta a la actividad, pero, en otros, producto de la irresponsabilidad.
Estoy convencida que la mayoría queremos contribuir a la resolución del problema o, al menos, a no agravarlo más y de ahí, que cuando nos planteamos realizar ciertas actividades tratemos de buscar la manera más segura de hacerlo.
Por ello, hoy quiero dejaros unos consejos para reducir riesgos en esos divertidos y entrañables encuentros en casa, de los que os hablaba al principio.
El espacio donde se va a realizar es clave. Una zona amplia al aire libre permitirá un mayor número de invitados que una reunión en un salón o comedor interior. En este último caso, sería importante que el habitáculo esté, en todo momento, bien ventilado.
A la entrada, para limpiar las suelas de los zapatos, colocad sobre el felpudo un paño grande o toalla (en desuso) impregnado de algún producto desinfectante. Cuidado con la lejía, puede dejar un rastro imborrable en vuestras alfombras.
Como daños colaterales a la pandemia, habría que contabilizar los estragos causados por este elemento en prendas de ropa o textiles de la casa en el afán de desarmar al virus.
En el aseo o baño destinado a nuestros invitados pondremos un cesto con toallitas de manos, para que puedan disponer de ellas.
En cuanto al menú, a mí que me encanta el picoteo informal, creo que en los tiempos que corren será mejor elegir platos que se puedan servir de forma individual.
No sería justo dejar toda la responsabilidad a los anfitriones. Tanto si invitamos como si nos invitan, tenemos que ser muy honestos en lo que se refiere a nuestro estado de salud o posibilidad de haber estado en riesgo de contagio, aunque no tengamos síntomas.
En esos casos, sobra decir, que no debemos acudir o se debe posponer la reunión.
Con estos consejos, probablemente muy obvios, lo que espero es que esos ratos, que compartimos con los nuestros, nos dejen, a todos, buen sabor de boca.