Que corra el aire

He decidido, sobre la marcha, que el tema sobre el que pensaba escribir hoy lo voy a dejar para la semana que viene, no lo voy a desvelar, no porque quiera dejaros con la intriga, no tiene, en absoluto, nada de misterioso pero no he podido evitar dejarme llevar por una noticia que ayer se publicó en prensa y de la que hoy he oído hablar en las noticias de la televisión.

Como no podía ser de otra manera, es relativa al coronavirus. Desgraciadamente, desayunamos, comemos, merendamos y cenamos con cifras de contagios, confinamientos,  pruebas de detección…y, en este caso, la información, que me ha llevado a cambiar de planes, se refiere a la transmisión del virus. 

Un grupo de científicos estadounidenses han publicado una carta en la revista  “Science” en la que exponen que existen evidencias sobre la transmisión del virus a través de aerosoles.

Cuando hablamos, tosemos o estornudamos expulsamos al exterior gotas que son, prácticamente, imperceptibles a la vista, pero aún siendo todas  muy pequeñas hay que distinguir entre las que tienen menos de 5 micras, consideradas pequeñas y las que tienen a partir de 5 micras, consideradas grandes.

Las gotas grandes caen rápidamente al suelo mientras que las pequeñas al quedarse en suspensión se mezclan con el aire formando un aerosol.

Los virus en aerosoles pueden permanecer suspendidos en el aire durante más tiempo e incluso desplazarse más de 2 metros.

Otro dato que me ha llamado la atención y que creo que es importante tenerlo en cuenta es que al hablar emitimos 10 veces más aerosoles que cuando respiramos pero, al cantar o gritar multiplicaríamos por 50.

No existe unanimidad entre la comunidad científica respecto al contagio de la enfermedad a través de los aerosoles. La OMS se ha pronunciado muy tímidamente. Tampoco se han aportado argumentos para negar con rotundidad que exista esa vía de transmisión y cada vez son más los que la defienden.

Este es, más o menos, el resumen de la información que entre ayer y hoy han publicado diferentes medios.

Ahora viene el momento en el que los que no somos médicos, ni científicos tenemos que interiorizar todo esto y aplicarnos el cuento.

Siempre he tenido claro lo importante que es  ventilar. 

Levantarnos por las mañanas y ya sea verano o invierno abrir las ventanas y hacer que se renueve el aire de toda la casa. He leído, en muchas ocasiones, que diez minutos son suficientes. A lo mejor lo son, pero yo como mínimo ventilo durante una hora. Me quedo más tranquila. Es la forma de sanear eso que no se ve ni se toca y que llamamos ambiente.

Que corra el aire, que se lleve los virus, el mal humor y los malos pensamientos. 

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