Por si acaso…
De “por si acaso…” están los armarios llenos.
En general, todos caemos en la tentación de guardar cosas pensando que, a lo mejor, alguna vez o en alguna ocasión pueden servirnos.
El problema es que “por si acaso…” ocupa espacio y, si ese pensamiento nos acompaña, habitualmente, cuando vamos de compras, acabamos llenando los armarios, cómodas y cajones de la casa de prendas u objetos que tienen poco o ningún uso, robándole el sitio a otras cosas que, verdaderamente, son útiles.
Si os parece bien, os propongo hacer un tour por los armarios y cajones de diferentes habitaciones de la casa para ver cuantos “por si acaso…” nos encontramos.
Para emprender esta aventura casera los requisitos son: buena predisposición, tiempo ( si no disponemos de mucho podemos hacer el tour, como los ciclistas, por etapas) y, al menos, un par de bolsas o cajas donde iremos dejando lo que vamos a descartar, diferenciando entre lo que es para tirar y lo que se puede donar.
Como ya os dije, en un post que publiqué hace unos meses que se titulaba “Mejor con música”, cualquier tarea de la casa es más amena si nos acompañan nuestras canciones favoritas.
Advertencia: habrá momentos en los que se producirán desencuentros entre lo que os dice el corazón y lo que dice la cabeza. En estos casos mi consejo es que no os dejéis llevar por la sensiblería y que, sobre todo, se utilice el sentido común.
Empezamos por la cocina (podéis empezar por la habitación que queráis ya que el orden de los factores no tiene por qué alterar el resultado).
Yo, ya me estoy imaginando lo que os vais a encontrar. No sé cuántos abrebotellas y sacacorchos, algunos se compraron, otros venían de regalo. Un armario atiborrado de mugs (tazas altas que se utilizan para bebidas calientes), unos los hemos comprado, sobre todo como recuerdo de un viaje, otros nos los han regalado, el caso es que no hay días en el año para poder utilizarlos todos. Otro armario con platos, vasos, copas y tazas deshermanados, porque el resto de piezas de esa vajilla o cristalería se han ido rompiendo y no los usamos, pero ahí están guardados ocupando sitio. También veo un cajón lleno de utensilios pequeños, que en la tienda nos entusiasmaron, pero, seamos honestos, no los hemos usado nunca. Revisamos las sartenes, que son odiosas por el sitio que ocupan los mangos, y, excepto un par de ellas, que utilizamos habitualmente, las demás están “por si acaso…”.
Pasamos al cuarto de baño. Posiblemente estemos entrando en el reino de las muestras y de los botes a medio terminar. Es muy probable que no los volvamos a utilizar pero se quedarán ahí “por si acaso…”.
Aterrizamos en el dormitorio o vestidor. Aquí el “por si acaso…” alcanza su máximo esplendor.
Por si engordo, por si adelgazo, por si tengo una fiesta, por si voy al campo, por si voy a la sierra, por si voy a la playa, por si salgo a correr, por si me apunto al gimnasio. Todo este abanico de infinitas posibilidades llena el armario de prendas y accesorios que, a veces, no se llegan ni a estrenar.
Por ello, nos vendrá muy bien, hacer una revisión a fondo, que nos va a permitir darle mejor acomodo a la ropa que sí usamos, a la vez que podemos darle una segunda vida a lo que no queremos, donándolo. Es posible que en ese escrutinio de armario os llevéis la alegría de reencontraros con alguna prenda olvidada.
Para terminar, si como resultado del tour por los armarios y cajones de casa tenemos unas cuantas bolsas o cajas llenas de “por si acaso…” enhorabuena por haber sido honestos con vosotros mismos. A partir de ahora el siguiente propósito será evitar la compulsividad a la hora de comprar.