La oficina en casa
La pandemia nos ha obligado a cambiar muchos hábitos. El hecho de evitar, todo lo posible, el contacto o la cercanía con otras personas nos coarta, lo que yo creo que es unas de las características fundamentales del ser humano, su capacidad y a la vez necesidad de ser social.
Esta es una de las muchas consecuencias negativas que ha traído consigo el virus.
Sin embargo, la necesidad de sortear las dificultades, algo que siempre nos hace crecer y superarnos, ha forzado cambios que podríamos considerar positivos, entre ellos la forma de trabajar.
Hasta Marzo del año pasado el porcentaje de personas que teletrabajaban era bastante bajo mientras que, a día de hoy, se ha disparado.
Muchos trabajadores que se vieron, de la noche a la mañana, teniendo que adaptarse y adaptar un espacio en su casa para trabajar, lo hicieron de la mejor manera que pudieron asumiendo ciertas incomodidades en el convencimiento de que se trataba de algo provisional.
Casi todos, confiamos en poder revertir, a no mucho tardar, la situación actual pero, aún cuando todo vuelva a ser un poco más parecido a como era antes de la pandemia, el teletrabajo ha venido para quedarse.
La provisionalidad da paso a lo permanente,lo cual, obliga a acometer cambios tanto en lo relativo a disciplina personal como en la organización del espacio, para no cargar indefinidamente con los inconvenientes de algo que, en principio, tenía carácter temporal.
Empezamos por el espacio.
Habrá que buscar una zona de la casa que nos proporcione las mejores condiciones para el desarrollo de nuestra labor profesional.
Un lugar tranquilo, donde nos podamos aislar del resto de la actividad de la casa, con buena iluminación, a ser posible natural, enchufes y conexión a Internet.
El mobiliario es muy importante. Al igual que en una oficina, necesitamos muebles adecuados para el trabajo, mesa, muebles auxiliares y quiero hacer hincapié en la silla, es fundamental utilizar un modelo que nos permita trabajar sin dañar el cuello y la espalda.
Y, como no, con el orden como el mejor aliado tanto para empezar la jornada como para terminar y desconectar.
En lo que respecta a nuestra actitud personal, debemos evitar caer en la tentación del desaliño o en la anarquía horaria.
Nuestras rutinas de aseo y arreglo personal no deben cambiar.
Quizá podamos utilizar un tipo de calzado más cómodo pero debemos cuidar nuestro aspecto al igual que cuando trabajábamos de forma presencial.
Trabajar desde casa no puede ser la excusa para estar todo el día enganchado a la actividad laboral ni para realizarla a deshoras.
La fórmula del teletrabajo puede reportar muchos beneficios entre ellos recuperar para uno mismo el tiempo destinado a desplazarse desde casa a la oficina y viceversa.
Bien entendido y con la organización adecuada puede ser un cambio muy positivo.