La biblioteca en casa
El pasado 23 de abril, como cada año, celebramos el Día Internacional del Libro, la ocasión perfecta para que alguien como yo, a la que le gusta leer, le encantaría tener más tiempo para la lectura y además todas las semanas practica el ejercicio de escribir o al menos intenta juntar palabras que formen oraciones con sentido y un poco de alma, le dedique, desde este microscópico altavoz, un homenaje a los libros y a quienes nos deleitan con su escritura.
Es paradójico que los libros, que son seres inanimados, alberguen tanta vida en su interior y su cobijo nos proporcione tantos beneficios.
El hábito de leer es un vicio sano que provoca el desarrollo infinito de muchas de las capacidades de nuestra mente.
Enriquece nuestro léxico y nos refresca la gramática, de manera que comunicaremos mejor, tanto de forma oral como escrita.
La lectura da rienda suelta a nuestra imaginación. Le ponemos cara a los personajes, le ponemos escenario a la acción. Cada palabra escrita será respondida por nuestra mente con una imagen. En ese momento nuestro cerebro trabaja sin parar pero en calma, regalándonos momentos de relajación, mejorando nuestra capacidad para memorizar y previniendo el deterioro cognitivo.
De todas estas bondades podemos disfrutar tanto si el soporte en el que leemos es digital o en papel.
La ventaja del dispositivo digital es que no ocupa espacio físico mientras que el libro en papel nos da muchos quebraderos de cabeza cuando la cantidad excede del espacio disponible.
A pesar de esa desventaja, mi ritual de lectura incluye tocar el libro, pasar sus páginas…
De lo cual se deduce que el libro electrónico, todavía, no se ha hecho para mí.
Por eso hoy vamos a poner un poco de orden en la biblioteca de casa.
Aunque os parezca una locura deberíamos vaciarla, así tendremos la ocasión de darle un repasito de polvo a la librería y a sus inquilinos.
Si el volumen de ejemplares nos desborda será necesario hacer un proceso de descarte.
Donar o regalar esos libros que no nos caben dará la oportunidad a otros lectores de disfrutar con ellos como lo hicimos nosotros en su momento.
Después de nuestra selección, los iremos clasificando, según el criterio que previamente hayamos establecido: por temática, por autor, por tamaño, por orden alfabético…
El libro electrónico nos ahorra toda esta ardua tarea, sin embargo, para consuelo de los que nos aferramos a lo tradicional, un estudio de la escuela médica de Harvard asegura que las personas que leen, antes de dormir, en un soporte digital, tardan más en conciliar el sueño y este es de peor calidad.
Menos mal que la ciencia nos ha dejado un argumento para defender al clásico frente a la tecnología.