Guardar el calor
Las facturas de la luz y el gas siempre nos han hecho tiritar pero, en estos tiempos, lo hacen de una manera muy especial.
El frío no acaba de llegar. Una tregua que permite, por un lado, ahorrar en calefacción y, por otro, tomar las medidas necesarias para optimizar el uso de esta.
Después de un verano tan tórrido es una pena que todos esos grados de más que hemos soportado no se pudieran meter en un bote y pulverizarlos en el ambiente para subir la temperatura en invierno.
No deja de ser esa la esencia de la energía solar y los acumuladores.
Una opción, cada vez más popular, que permite el autoabastecimiento energético en el hogar.
El precio de la instalación, el número de paneles necesarios viene determinado por el consumo anual de la vivienda.
Para saber si esta alternativa va a suponer, verdaderamente, un ahorro hay que estudiar si lo que economizamos en consumo compensa el coste de la instalación.
También, ciertos gestos, tomar algunas precauciones o cambiar algún hábito nos puede ayudar a tener bajo control el gasto de energía.
Evitar el consumo silencioso. Una eficaz medida que consiste en desconectar completamente aquellos dispositivos eléctricos mientras no se están utilizando. El chivato de color rojo que se mantiene encendido se lleva un 10% del consumo mensual.
Cuando tengamos que sustituir algún electrodoméstico optar por los de etiqueta energética A.
Sustituir las clásicas bombillas incandescentes por bombillas LED.
Ajustar la temperatura de la calefacción. Bajar algún grado no supone pasar frío si utilizamos la ropa adecuada y, sin embargo, lo notaremos en la factura.
Comprobar que las ventanas cierran correctamente para que el calor no se nos vaya por ellas.
Al igual que, debemos sellar con burlete la rendija de la puerta de entrada a nuestra casa. Es una de las medidas más efectivas ya que es un punto clave para retener el calor.
No tener encendidas las luces de habitaciones en las que no estamos.
No tener abierto el frigorífico mientras pensamos que vamos a coger.
Algunas de estas medidas son como, vulgarmente, se dice el chocolate del loro, pero trocito a trocito, la parlanchina ave, se acaba comiendo la tableta entera.