Final de curso

Primera parte del mes de junio, no podía ser de otra manera, hay que hablar de exámenes.

Así como septiembre es sinónimo de vuelta al cole, este lo es de final de curso.

Un año lectivo que se ha podido desarrollar con más normalidad que los dos anteriores. La vuelta a la formación presencial ha permitido que niños, adolescentes y universitarios hayan retomado el necesario contacto personal con los profesores y con el resto de compañeros. No nos debemos olvidar que tan importante como la lección de Matemáticas o de Historia es ejercitar la convivencia.

El aula es un escenario inigualable para aprender a respetar. Por un lado a los maestros.

No es una profesión fácil la docencia. Menos en estos tiempos, en los que la escala de valores se difumina y se califica de anticuado u obsoleto reconocer su autoridad en la clase.

Dirigir al grupo, establecer lo que, en cada momento, considere conveniente para favorecer el aprendizaje, sin que ello suponga volver a, lo que si que ha quedado erradicado, infligir castigos físicos o daño moral al alumno.

El respeto se hace extensivo a los compañeros. El colegio es lugar de encuentro con otros niños con circunstancias y costumbres muy distintas. Es la primera oportunidad que la vida les pone por delante para que desarrollen la tolerancia.

La educación en valores empieza en casa y se pone en práctica en la escuela. Es una tarea, por parte de los padres, continua, sin descanso ni vacaciones. El examen final se aprueba muchos años después, cuando los hijos se desenvuelven solos por la vida y dejan una bonita estela.

Puede que ese momento, todavía, esté lejos. Por eso, hoy lo que vamos a hacer es crear, en casa, el ambiente adecuado para la prueba de fuego que son los exámenes de fin de curso.

Es inevitable la tensión. Su parcela de responsabilidad está comprometida y están ante el último esfuerzo que si sale bien les asegura, en unos casos, un verano para disfrutar, llegar a la nota necesaria para la carrera elegida o conseguir una titulación o certificación para su futuro profesional.

Durante estos días, en casa reinará un ambiente de biblioteca. El silencio y la armonía familiar facilitarán la concentración en el estudio.

Evitar que los ladrones del tiempo como el teléfono móvil o las consolas les distraigan.

La zona de estudio debe contar con una buena iluminación, una mesa despejada y una silla que evite que el cansancio les haga retirarse sin la lección aprendida.

Ayudarles a encontrar un aliciente para superar los momentos en los que la apatía se quiere adueñar de la situación.

Es tarea de todos en casa lograr que el final de curso sea como el de los cuentos, feliz.

Publicaciones Similares