Entretiempo

Acabamos de estrenar el otoño, esa época del año en la que al igual que en primavera utilizamos el término entretiempo, el tránsito de los rigores del verano a los del invierno o viceversa. 

Después de los fríos, las lluvias y las nieves propias del invierno estamos ansiosos por que llegue la primavera con su luz, su colorido y sus temperaturas más suaves. 

Pero, también nos suele ocurrir que, una vez pasado el verano con sus calores, nos seduce la idea de volver a nuestro día a día después de la “vida loca” de las vacaciones o de ponernos una chaquetita porque hace un poco de fresco.

Son momentos del año en los que las temperaturas nos permiten disfrutar del aire libre, aunque en el otoño, a diferencia de la primavera, las horas de luz van a la baja, caminando hacia los días más cortos del año, por lo cual tendemos a acortar nuestra vida fuera recogiéndonos antes.

Es curioso como nos condiciona la luz, al menos a mí, aunque supongo que muchos de vosotros también tenéis la sensación que a las siete de la tarde en el mes de mayo queda mucha tarde por delante y, sin embargo, a esa misma hora en el mes de noviembre la tarde se nos está acabando.

El cambio de temperaturas lleva aparejado un cambio en nuestra forma de vestir lo que a su vez implica adaptar nuestro armario o vestidor.

Hoy pretendo haceros una proposición, de lo más honesta, que consiste, o más bien, que no consiste en un cambio de armario radical, ya tendremos tiempo de hablar de ello y nos pondremos a sacar abrigos, botas, jerséis gruesos…

Vamos a disfrutar de esta época de entretiempo a sabiendas que algunas prendas de verano ya no las vamos a utilizar sin que eso quiera decir que tengamos que vestirnos ya de riguroso invierno.

Sé que mi propuesta es algo arriesgada y que dependiendo de la zona en donde viváis será más factible o no lo será en absoluto, como sería el caso de las personas que residen en provincias del norte o del interior donde las bajas temperaturas se instalan rápidamente y hay que tener a mano el abrigo, el gorro y la bufanda.

Salvo en esos casos, mi intención es, en la medida que las condiciones meteorológicas nos lo permitan, hacer una transición lenta y suave hacia el armario de invierno, de manera que demos oportunidades a ciertas prendas que en combinación con otras pueden darnos mucho juego y de esa forma retrasar nuestros looks de invierno, de los que solemos acabar cansados.

Para poner en práctica esta versión “slow” del cambio de armario el primer paso es guardar, previamente lavadas, aquellas prendas de verano que no podrían participar de este planteamiento, si algunas de ellas no las habéis utilizado en todo el verano y tampoco en veranos anteriores sería la ocasión para desprendernos y darles otra oportunidad con otra persona.

Dejad en vuestro armario todos aquellos vestidos, blusas, camisetas, faldas o pantalones que puedan ser combinados con blaziers, chaquetas de punto, cazadoras, mocasines, botines estilo cowboy…

Es posible que hasta nos sorprendamos con las distintas posibilidades y diferentes looks que podemos crear y hasta tengamos la sensación de ir de estreno.

Ya tendremos tiempo más delante de enfundarnos en la ropa de invierno.

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