Elegir y renunciar
Espacio, tiempo y economía tienen muchas cosas en común. Las tres son magnitudes finitas. Quien no gestiona bien alguna de ellas, en general, tampoco afina mucho en las otras.
Estas situaciones suelen ser el reflejo de un desorden interior.
Hoy me quiero centrar en el tiempo, pero sé que lo que tengo intención de contaros y en lo que quiero que reflexionéis es aplicable también al espacio y la economía doméstica.
Nuestro tiempo se reparte entre lo que no nos queda más remedio, es decir, las obligaciones, y la parte, como en los testamentos, de libre disposición. Esta última muy condicionada siempre por la primera.
Es posible que, en muchos casos, lo que consideramos obligaciones, no lo sean tanto.
No estaría mal hacer un exhaustivo análisis que nos permitiera quedarnos con lo, verdaderamente, ineludible.
Por otro lado, es frecuente abarrotar nuestro tiempo libre con un sinfín de actividades.
La combinación de estas dos premisas suele provocar una sensación de querer llegar y no poder. Lo cual traerá consigo la frustración y la insatisfacción.
Vivimos, en general, absolutamente, obsesionados por sacarle el máximo partido a nuestro tiempo para obtener una recompensa a futuro. Entramos en una espiral, con metas inalcanzables y exigencias imposibles, intentando convencernos, a nosotros mismos, que algún día encontraremos la manera de abarcarlo todo.
Todos aquellos métodos que nos puedan ayudar a ser más productivos para, de esa manera, sacarle más partido a nuestro tiempo, bienvenidos sean. Siempre que, efectivamente, se demuestren eficaces y no nos hagan caer en el error de pensar que el tiempo es infinito.
Ni tampoco lo fiemos todo al futuro. Sin pretender hacer un canto a la irresponsabilidad y, aún menos, prescindir del necesario espíritu previsor, no nos olvidemos que la vida es presente, hoy, ahora.
Mañana ¿quién sabe?
Por ello se hace necesario elegir y renunciar.
Si lo aplicamos al tiempo, no intentar llegar a todo sino deliberar qué hacer y qué no hacer.
Si lo aplicamos al espacio, no acumular sino decidir qué debe estar y qué no debe estar.
Si lo aplicamos a la economía doméstica, determinar en qué debo gastar y en qué no.
La vida es una continua elección y una continua renuncia.
No debemos tener miedo a perdernos algo. Todo lo contrario, la renuncia es lo que nos va a permitir disfrutar de lo elegido.