El trastero
Todos sabemos qué es un trastero pero, aún así, mi curiosidad me ha llevado a consultar su significado en el diccionario de la R.A.E.
Transcribo de forma literal la definición:
“Dicho de una pieza o de un desván: Que está destinado a guardar los trastos que no se usan.”
Empezamos mal.
El problema es que para una amante del orden y la organización oír hablar de trastos, de guardar lo que no se usa, inevitablemente, produce inquietud.
ero, efectivamente, la definición que nos ofrece el diccionario es el fiel reflejo de lo que se suele ver en esos espacios.
Un compendio de enseres, que no es que no se usen, sino que, en la mayoría de los casos, no se van a usar nunca pero con el estatus de exiliados en el trastero se les permite la residencia por los siglos de los siglos, sin que su inútil presencia golpee la conciencia de sus propietarios.
Contar con un espacio de este tipo es un privilegio y debemos utilizarlo como un lugar para guardar todo aquello que tiene utilidad pero no se usa con asiduidad, especialmente si se trata de elementos de gran tamaño, permitiendo el desahogo de las habitaciones y armarios de la propia vivienda.
Es el sitio perfecto para las bicicletas, el equipamiento para esquiar, los adornos navideños, herramientas…
En grandes almacenes de bricolage, en la famosa tienda de muebles sueca o en la ferretería de barrio que está muy bien surtida encontraremos todo tipo de estanterías, muebles auxiliares, colgadores, cajas… con los que podremos sacarle un buen partido.
Es importante tener en cuenta dónde está situado nuestro trastero, de ello dependerá el tipo de cosas que podamos almacenar en él.
No es conveniente utilizarlo para la ropa que no es de temporada o que sólo se usa en ocasiones especiales si puede colarse la humedad con facilidad.
Si lo que se puede colar vuela, repta o es pariente de Pixie y Dixie no es aconsejable tenerlo como despensa.
Aunque sea la habitación del destierro también se merece que de vez en cuando el equipo de limpieza le haga una visita.
Visita que puede ser aprovechada para hacer labor de descarte, quitamos la suciedad y quitamos trastos.
El tiempo, al que le atribuimos propiedades curativas, también tiene la virtud de delatar con su paso todo aquello que ya no es útil.
Hagámosle caso y saquemos de su exilio dorado las carpetas con apuntes del instituto o de la facultad, las cajas con ropa de bebe cuando la cigüeña no puede volver ni por despiste, los juguetes de unos hijos que, aunque no nos queramos dar cuenta, dejaron de ser niños hace mucho.
No es que yo quiera torcerle el brazo a los académicos de la lengua, en absoluto, pero si reconsideramos el uso del trastero, su definición en el diccionario podría modificarse ligeramente.