Claves de orden para toda una vida

La organización y el orden de nuestro espacio está ligado, entre otros muchos factores, a la etapa de la vida en la que nos encontremos.

Antes que nada quiero recordar qué es organizar, qué es ordenar y por qué organizar es previo a ordenar.

Al organizar lo que hacemos es crear un plan con el que conseguir un objetivo. En este caso, lo que tratamos es de que nuestro espacio en casa o en el trabajo nos haga la vida más fácil y cómoda.

La organización tiene que dar respuesta a nuestras necesidades que, a su vez, vienen condicionadas por nuestra edad, estilo de vida…

El siguiente paso es ordenar. Es decir, colocar nuestros enseres conforme a los criterios establecidos en el sistema organizativo que hemos diseñado.

Las distintas etapas por las que pasamos a lo largo de la vida son determinantes a la hora de organizar y ordenar.

En el caso de los niños, es tarea de los adultos inculcarles hábitos que irán aumentando en número y complejidad según estos vayan creciendo: recoger los juguetes, guardar su ropa limpia, hacer la cama, poner y quitar la mesa…

En la infancia la clave es educar en el orden.

Al llegar a la adolescencia, la prioridad será su dormitorio, la estancia en la que pasará gran parte del tiempo.

Se trata de crear el ambiente que le facilite la concentración en los estudios, donde tenga toda su ropa y desde donde pueda lidiar con los problemas propios de su edad que, desde su perspectiva, le parecen los más importantes del mundo.

Las variables a tener en cuenta para organizar el espacio en la etapa adulta son infinitas y, en la medida en la que van cambiando circunstancias en nuestra vida, la forma de ordenar también cambiará.

Tres son las claves que nos garantizarán que nuestro sistema de organización nos hará el día a día más fácil: accesibilidad, visibilidad y optimización del espacio.

En la siguiente fase, la vejez, el planteamiento es diferente. Desaparecen condicionantes como el trabajo, la educación de los hijos… cambian las aficiones y es inevitable que aparezca el deterioro físico.

Por todo ello, creo que el objetivo es simplificar.

Favorecer que el espacio esté lo más diáfano posible y evitar la acumulación.

Es frecuente que las personas mayores guarden enseres del pasado convencidos de que son tesoros que sus familiares agradecerán tener cuando ellos falten.

Nada más lejos de la realidad. En la mayoría de los casos son objetos desfasados e inservibles cuya carga emocional dificulta a los hijos o nietos deshacerse de ellos.

En cualquier etapa de la vida el descarte será un buen aliado en nuestros procesos de orden.

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