Cada habitación, su función

Son muchas las ventajas de vivir en un entorno organizado y ordenado. Los beneficios se van a hacer patentes en diferentes ámbitos.

Desde el momento en el que todas nuestras pertenencias, gracias al orden, se pueden visualizar y se accede de manera fácil a ellas, empezamos a disfrutar de las ventajas.

Responderemos con más seguridad a esa pregunta que muchos se hacen antes de salir de casa: ¿qué me pongo?

Emplearemos menos tiempo en crear nuestro “look” ideal, combinaremos las prendas con más facilidad y acierto. De esa manera, le sacaremos más partido a nuestro vestuario.

Tener el control de nuestras pertenencias nos ayuda a comprar con mejor criterio, tanto si se trata de ropa como de productos comestibles.

Ganamos tiempo y ahorramos dinero. Y, por supuesto, esto tiene un reflejo directo en nuestra autoestima.

El punto de partida para que nuestro hogar esté organizado y ordenado es al que hace referencia el título de este post: “cada habitación, su función”.

Cada estancia en una casa tiene que estar diseñada y preparada para la actividad que vamos a desarrollar en ella.

Siempre tiene que haber una relación entre la función a la que está destinada una habitación y el mobiliario y los enseres u objetos que guardamos en ella.

Esto que parece obvio, en muchos casos no se cumple.

Vamos a hacer un recorrido por una casa para definir qué debe y que no debé estar en cada estancia.

En la cocina distinguimos tres zonas: trabajo, despensa, comedor.

En los muebles más cercanos a la zona de trabajo debemos guardar las cacerolas, sartenes y utensilios con los que cocinamos.

En la despensa, tendremos los productos comestibles que utilizamos en nuestras preparaciones.

Si nuestra cocina dispone de un espacio para los desayunos y comidas, en los armarios situados en esta parte se alojarán la vajilla, los cubiertos y los vasos o copas que utilizamos a diario.

El lavadero, donde se encuentran la lavadora, la secadora así como accesorios y productos de limpieza.

Llegados a este punto quiero hacer una llamada de atención: los productos de limpieza nunca se deben guardar junto con los comestibles.

Ahora nos vamos a los dormitorios, donde el mobiliario y la decoración deben facilitar el descanso. Suelen encontrarse aquí los armarios para guardar nuestra ropa de temporada.

Si se trata de un dormitorio infantil o juvenil, hay que destinar una zona para juegos o para estudio salvo que la casa disponga de otra estancia para ello.

El cuarto de baño debe contar con algún armario o mueble bajo lavabo para guardar todos los enseres y productos de aseo.

Por último, si se dispone de un trastero, me gustaría que, a pesar de tener ese nombre que deriva del término trasto, no nos dejemos llevar por la tentación.

Guardad en él lo que, por su tamaño o poca frecuencia de uso, no deba robarnos espacio dentro de casa.

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