Aligerar la casa

Creo que, en algún momento, ya os he hecho esta confesión. Si alguien me preguntara: ¿en qué mes te gustaría que se parara el tiempo? Sin dudarlo, mi respuesta sería en Mayo.

Es el mes casi perfecto. El adverbio “casi” se lo añado porque, como todo en esta vida, nada lo es absolutamente.

El pequeño defecto, que en algunos casos no es menor, es que la explosión de la naturaleza llena el ambiente de polen. Algo que, para los muchos que somos alérgicos a él, nos condena al antihistamínico y al pañuelo de papel.

Si pasamos por alto este pequeño o gran inconveniente, según para quién, todo lo demás lo hace, para mí, el mejor mes del año.

Es el momento en el que el sol, que desde enero ha ido, poco a poco, comiéndole el terreno a la luna, se apodera de la mayor parte de las horas del día.

Nos regala toda su luz pero no todo su calor. De esto último se encarga un poco más adelante. En los meses de verano, cuando nos muestra su lado más sofocante.

Ahora podemos disfrutar de él sin agobios, con el entusiasmo de su llegada y el alivio por despedir al frío y a la oscuridad. Cerramos la etapa invernal y abrimos la temporada primavera-verano.

Le damos la bienvenida con el cambio de armario, algo que ya hicimos la semana pasada, y con la llamada “limpieza de primavera” a la que nos vamos a dedicar esta.

Vamos a aligerar la casa, vamos a abrirla al exterior para que la luz natural, esa por la que, de momento, no tenemos que pagar, se cuele hasta el fondo.

Despedimos a las mantas, los edredones, las colchas de invierno para que se tomen un descanso. Pero, eso sí, las guardamos limpias, preparadas para su uso cuando vuelvan los fríos. Ya sé que esta alegre despedida se torna agridulce cuando escasea el espacio. En estos casos las bolsas al vacío pueden ser la solución ya que reducen de forma considerable el volumen.

Puesta a punto de ventanas, rieles, persianas y toldos para disfrutar de la claridad y cuando es excesiva tamizarla.

Los sistemas de calefacción han podido ensuciar las paredes y los techos durante el invierno. Les podemos dar un repaso con una mopa ligeramente humedecida.

Las alfombras han abrigado los suelos de casa, es posible que necesiten una limpieza en profundidad en la tintorería o en un lugar especializado. Otra opción, quizá menos exhaustiva, es limpiarlas en casa con algún producto específico o con vapor.

Dejamos para otra semana esa zona de la casa que cobra un protagonismo muy especial con la llegada del buen tiempo, las terrazas y los porches.

Poco a poco, repartiendo las tareas a lo largo de los días. Sin prisa pero sin pausa. Porque, por encima de todo, el espacio que nos rodea, en el que habitamos debe estar limpio y saneado.

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